Con motivo del día del vecino, celebrado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el viernes 12 de junio, Sebastián Clemente, redactor del matutino Clarín, aprovechó para relatar las historias de dos vecinas, Mercedes de Paternal y Martha de Villa Lugano.
En la jornada que conmemoró el Día del Vecino, participaron alrededor de 13.000 personas que participaron de diferentes acciones solidarias o de puesta en valor desde que, en 2012, el gobierno porteño lanzó el programa “Compromiso Barrial”. Hasta el momento, según las estadísticas de Construcción Ciudadana y Cambio Cultural, que depende de la jefatura de Gabinete porteña, se realizaron 232 acciones. De esta forma, se pusieron en valor 53 plazas, 26 clubes de barrio, 20 establecimientos educativos, 43 fundaciones sociales, 21 centros de jubilados, 13 instituciones religiosas y se recuperaron 43 esquinas.
“El que no vive para servir no sirve para vivir”, dice Mercedes Dos Santos de Villa Lugano.
“No tenemos fronteras, hacemos donaciones para la gente de acá, pero también para la de otras provincias”, cuenta Martha Leandro de la Paternal.
Dos mujeres, dos vecinas, de dos barrios distanciados, con un fin común gran parte de su tiempo dedicadas a trabajar por el barrio, los vecinos y por aquellos que necesiten que alguien los ayude.
“Nos apoyamos mucho en las organizaciones barriales, que nuclean a la gente y tienen capacidad de convocatoria. Cuando empezamos, en 2012, íbamos de a dos, puerta por puerta, para saber en qué estábamos, qué necesidades había. Entre todos empezamos a definir mejoras puntuales”, dice Paula Uhalde, a cargo del programa, y agrega: “Esto no reemplaza la obra pública. Intentamos desde transformar una esquina llena de basura en otra limpia y respetada por los vecinos, hasta renovar una canchita de fútbol de barrio, o pintar una fachada del centro de jubilados para darle identidad y que se convierta en una referencia. Buscamos ser un puente. Y a veces nos apoyamos en las áreas de Gobierno a las que les corresponde atender reclamos que no tienen que ver con nuestro trabajo. Y ahí nos convertimos en gestionadores y facilitadores de necesidades con otras áreas de Gobierno”.
“Hacemos todo lo que podemos hacer por las personas que nos rodean. Tratamos de colaborar con quienes necesiten ayuda”, dice Mercedes Dos Santos, del Centro de Jubilados Ruca Malen, de Villa Lugano. Desde allí, junto a otros vecinos jubilados, tejen para chicos que necesitan ropa y hacen sábanas para donar en una sala de costura. “Son cosas que gratifican a la gente. Tratamos de tener comunicación con los chicos, jugamos con ellos en el jardín o vamos a leerle algunos cuentos. Y hasta reciclamos juguetes para también enseñarles a cuidar el planeta”, afirma. De paso, pide que el Gobierno les dé capacitación con las “compus viejas que pudimos comprar”, y medios de transporte para trasladarse cuando las actividades se hacen en otros barrios.
“Les damos de comer a las familias de la calle y además se ayuda a los chicos que están en la droga. A mi casa me traen ropa y yo se la doy a la gente que está en la calle”. Así son los días de Martha Leandro, que hace 15 años está en el Centro de Jubilados La Isla, en La Paternal. También participan de intervenciones artísticas vecinales en el Distrito Audiovisual. “Al estar en este lugar y ser solidaria siento que soy mejor persona, me siento distinta”.
Fte: Clarin - GCBA
Redacción / Edición: Libralato Romina
publicación: 12 de junio de 2015 - caracteres 3395 |