Historial de Noticias año 2017

2016 al 2013

2013 al 2008

La produccion del domo y de un invernaculo exterior con 500 ejemplares abastece a los barrios de las comunas 8 y 9

 

volver al índice >>

En la Ciudad de Buenos Aires hay 2 grandes incubadoras de árboles, capaces de generar 6.000 ejemplares por año. Son zonas de experimentación dirigidas por botánicos que intervienen en la gestación, nacimiento y desarrollo de árboles autóctonos de la región del Río de la Plata o de especies propias de la Argentina que sean aptas para veredas, plazas y parques. Una funciona en la Reserva Ecológica, la otra en Parque Avellaneda. Ahí todo empezó con una pregunta. ¿Un árbol del norte argentino puede sobrevivir en la Ciudad?

Hacia 1890 Carlos Thays -que no era Carlos, sino Jules Charles- comprobó que en Buenos Aires crecían árboles de clima subtropical al plantar tipas, ceibos y palos borrachos que había descubierto en selvas de Salta y Tucumán. Pero desde entonces pasaron más de 100 años y en la cabeza de los expertos había una exportación inédita. Era la de un ejemplar de tronco bajo y copa redonda, que se llena de flores amarillas en febrero y marzo: el cassia carnaval. Originario de Jujuy y Salta, hay uno en suelo porteño. Es un solitario que hace 30 años aclimató un vecino en una vereda de Villa Luro. Hasta ahí fueron. Extrajeron semillas y las sembraron en tierra nueva. Los primeros brotes aparecieron, la duda quedó atrás y creció a un objetivo: modernizar el paisaje urbano con otras plantaciones. Jorge Jacod, otro botánico de Parque Avellaneda, se ilusiona con la próxima Buenos Aires en flor: “Rosada con el lapacho; azul violáceo (o celeste o lila) con el jacarandá; blanca con la pezuña de vaca; roja con el ceibo; amarilla con el cassia carnaval. Cinco colores, cinco especies”.

La bandeja de 40 por 60 centímetros tiene 500 semillas de ceibo, recolectadas en las últimas semanas en el Parque Indoamericano.

El árbol es más que la arquitectura viva de las ciudades. Produce oxígeno, absorbe dióxido de carbono y amortigua ruidos. Aunque no hay árboles nativos de las urbes, los que van a veredas, plazas y parques tienen una planificación detrás. “Plantar un fresno, un paraíso, un plátano o una tipa perdió sentido. Esos árboles demostraron que tienen problemas de salud. Nosotros estamos sembrando especies que no superan los siete metros, no rompen veredas y son resistentes”, dice Serángelo. Camina entre árboles, que parecen plantas acomodándose a sus envases: “Este arbolito tiene poco más de dos años. Es un jacarandá -Serángelo acaricia las hojas, perladas por el agua que gotea del techo (el domo transpira)-. Está en una maceta de 20 litros y es el hermano de otro que pusimos en la calle. Lo cultivamos con fertilizantes orgánicos, tiene cuidados especiales, queremos árboles fuertes”.

La producción del domo y de un invernáculo exterior con 500 ejemplares abastece a los barrios de Villa Soldati, Riachuelo, Lugano, Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda. También al Parque General Paz, en Saavedra. Se usa para reemplazar plantaciones enfermas o llevar verde a espacios grises. “A fin de año esperamos llegar a los 5.000 árboles. El objetivo, a 2019, es reproducir ejemplares para toda la Capital y que el Estado no tenga que comprar a viveros privados”, dice Gabriel Borges, el responsable del mantenimiento del espacio público de las comunas de la Ciudad. Adrián Peña, a cargo del arbolado público, del domo y el vivero del parque, precisa: “Un árbol cuesta entre 300 y 500 pesos, según la especie. Es un ahorro importante”.

 

 

Fte: GCBA
Redacción / Edición: Libralato Romina
publicación: 23 de mayo de 2017 - caracteres 3480

   

 

 

Propiedad Intelectual Nº5234710 (5ta version). Copyright © libralator 2002
e-mail: redaccion@libralator.com.ar
Editor: Libralato Romina - Pirán 5885 (Villa Urquiza) - Teléfono: 15-5121-8696