Historial de Noticias año 2018

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los propietarios comienzan a mudarse al barrio PAPA francisco

 

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Si nos remontamos en la historia, el barrio Papa Francisco, que nació en agosto de 2014, cuando violentamente lo usurparon y posteriormente fue desalojado a las pocas semanas. se encuentra ubicado sobre el predio ubicado sobre la avenida Fernández de la Cruz entre Pola y Escalada junto a la villa 20.  El predio estaba vacío y contaminado, porque durante años había sido un depósito de autos secuestrados por la Policía.

Durante la toma, un grupo de delincuentes mató a una chica para robarle una cartera.
En 2016 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires  votó la urbanización, con la construcción de casas nuevas, obras de infraestructura y mejoramiento de las viviendas existentes. La villa tiene una población de casi 28.000 habitantes. Durante el censo,  personal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires censó 4.559 viviendas, distribuidas en 30 manzanas. En tanto, actualmente el nuevo barrio Papa Francisco tendrá 1.702 departamentos de 2, 3 y 4 ambientes, distribuidos en 21 edificios. Las familias pagarán cuotas que no superen los $ 6.000 o el 20% de sus salarios.

El presupuesto de toda la obra en Villa 20 es colosal: 3.300 millones de pesos. El 67% fue aportado por el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación, y el 33% por la Ciudad porteña. En tanto el IVC llevó adelante la obra y el proceso participativo con los vecinos.

Hoy, a fines de agosto de 2018, luego de años de la toma, mudan a las familias a sus nuevas casas en el  Barrio Papa Francisco.

Según relató el diario Clarín, entrevistando a los propietarios recién llegados a las nuevas viviendas, en medio del caos de la mudanza, en una casa minúscula y plagada de bolsos, cajas, colchones y muebles desarmados, un diario viejo, ya con las páginas amarillas, descansa apacible sobre un lavarropas desvencijado y a punto de ser trasladado. Hilda Amarilla lo recoge y cuenta que lo guardó como testimonio de su primer día en la villa, cuando llegó desde Paraguay. Pero no puede dar crédito a lo que ve: el ejemplar de Clarín que tiene en sus manos es del 28 de agosto de 1995. Hace un par de semanas que desde el IVC le avisaron que el 28 de agosto era el día en que debía mudarse a las viviendas que se construyeron sobre los terrenos en donde se llevó a cabo una violenta toma, que fueron recuperados y rebautizados como Barrio Papa Francisco. "¿Podrá significar algo? Ojalá sea un buen augurio", dice esta mujer bajita, amable y con una voz muy dulce. Una mezcla de emociones la pone al borde de las lágrimas: está feliz por el departamento que le fue asignado, angustiada por el stress de la mudanza, emocionada por el cambio y preocupada porque tendrá que hacer frente a una cuota mensual para pagarlo. Tiene 44 años y trabajó en servicio doméstico hasta que enfermó de cáncer. Hoy esta curada y recibe una pensión. En la precaria casa que esta dejando atrás vivían seis personas, dos familias: Hilda, su pareja, dos hijas, yerno y una nieta.

Ahora cada familia tendrá su propia casa (pagarán entre $ 3.000 y $ 5.000 por mes). Y cada cual un baño conectado a la red cloacal formal. Que no es poco. Por ejemplo, la puerta de entrada a la vivienda que Hilda ocupó durante más de 20 años está ubicada en la Manzana 20, junto a un pasillo con aguas servidas y olores insoportables. Todas las casas cercanas a este pasillo vuelcan restos de bachas e inodoros al mismo lugar. Por este motivo, ante el movimiento de la mudanza, los vecinos que se quedan se mostraron muy preocupados: "No sabemos cuando van a solucionar estas cloacas al aire libre con las que convivimos", le comenta a Clarín Lupe Rojas.

Es que mientras suceden las mudanzas de las primeras 368 familias, sobre un total de ocupará 1.700 viviendas, la Villa 20 se encuentra en pleno proceso de transformación: la reubicación de estas familias tiene que ver con la apertura de calles y lo que se conoce como "esponjamiento", que es generar espacio entre las viviendas. Porque uno de los mayores problemas de las viviendas es la falta de ventilación.

"Es un proceso interesante, se le ha dado mucho lugar a las iniciativas barriales. Respecto al diseño de las viviendas, los vecinos incluso eligieron los materiales constructivos, los tamaños y la organización de los consorcios, porque serán los encargados del mantenimiento. Acompañamos el proceso y creemos que fue virtuoso", opina Pablo Vitale, coordinador del área Derecho a la Ciudad, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia. La organización realiza un trabajo de acompañamiento y asesoramiento vecinal en muchas villas porteñas. "El interrogante es qué sucederá con la villa, porque la Secretaria de Hábitat e Inclusión (SECHI) debería estar haciendo un trabajo con la infraestructura del barrio, pero no se está llevando a cabo y esto genera la preocupación vecinal. El gran miedo de la gente es que esa suerte de muro de vivienda nueva no tape la otra realidad, la de los que siguen viviendo en la villa", precisa Vitale. Desde la avenida Fernández de la Cruz, la villa 20 no se ve. Por lo pronto, cada vivienda precaria que queda liberada es demolida por el IVC, para que nadie la ocupe.

"Para nosotros es un orgullo acompañar el esfuerzo de los vecinos y vecinas del barrio que quieren salir adelante y tener los mismo derechos y responsabilidades que el resto de los habitantes de la Ciudad", asegura Juan Maquieyra, presidente del Instituto de la Vivienda de la Ciudad. El IVC trabaja también en las villas Rodrigo Bueno y Fraga. La urbanización de los barrios más postergados de la Ciudad es una de las cartas fuertes de la gestión del Gobierno porteño; la mayoría de ellas tienen fecha de entrega para 2019, año de elecciones nacionales y locales.

Johnny Doffigni es otro vecino de la villa que se mudó en estos días. En un departamento en un primer piso vivirá con su mujer Rita y el bebé de ambos, Isaías. "Estamos felices, sólo la luz y la ventilación que tenemos hacen que todo valga la pena", contó Rita. En pocos días tendrán que firmar la escritura por la propiedad. Mientras tanto, con su mamá de visita, acomoda la ropa y los juguetes de su hijo. La hija de Hilda Amarilla, Daisy, también se encuentra en plena mudanza, y para Hilda lo más importante es que su hija pueda respirar mejor: "Dejamos atrás el aire contaminado que respirábamos todo el tiempo", dice mientras abraza a su hija. En tanto Candela sigue con la mirada sus juguetes y su mochila rosa, repleta de cuadernos y carpetas del colegio. Que no se pierdan en la mudanza, por favor.

 

 

Fte: CLARIN - GCBA
Redacción / Edición: Libralato Romina
publicación: 30 de agosto de 2018- car
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