En plena pandemia mundial, son 4.397 estudiantes de jardines, primarias, secundarias y adultos correspondientes a escuelas que funcionan dentro de la Villa 1-11-14, Villa 21-24, Villa 15, Villa Lugano, Villa Soldati, Cildañez, Villa Fraga y bajo Flores, quienes pueden continuar con sus estudios gracias al trabajo y asistencia de la Vicaria Pastoral de Educación de Buenos Aires y Vicaría para la Pastoral en Villas de Emergencia. En total, las escuelas parroquiales del Arzobispado reúnen a más de 45.000 alumnos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que en la actualidad reciben asistencia ante la crisis sanitaria y socioeconómico, producto del aislamiento social, preventivo y obligatorio.
La suspensión de clases presenciales a raíz del aislamiento social, preventivo y obligatorio, presenta el desafío de abordar la heterogeneidad entre más de 11 millones de chicos y chicas que hoy deben intentar continuar sus estudios desde sus hogares. Está claro que no se podrán implementar las mismas estrategias de continuidad pedagógica en todo el país, que los sectores más vulnerables contarán con más complicaciones para seguir adelante con el ciclo lectivo en forma virtual. Es por ello, que la misión y acción de la Vicaría Pastoral de Educación de Buenos Aires y Vicaría para la Pastoral en Villas de Emergencia, es fundamental para garantizar la continuidad educativa en esos sectores con mayores necesidades, en tiempo de coronavirus.
“La misión de las escuelas parroquiales dentro de los barrios populares atraviesa una etapa de crecimiento, hace 10 años no había ninguna y hoy asisten a 4.397 estudiantes en jardincitos, primarias, secundarias y adultos. Son escuelas que funcionan dentro de la Villa 1-11-14, Villa 21-24, Villa 15, Villa Lugano, Soldati, Cildañez, Villa Fraga y bajo Flores. Pero además, también hay muchos chicos y chicas de los barrios populares que asisten a escuelas parroquiales que están fuera de las Villas. En total, las escuelas parroquiales del Arzobispado reúnen más de 45.000 alumnos en la Ciudad”, señala el Pbro. Pablo Corbillón, Delegado Episcopal de la Vicaría Pastoral de Educación
La escuela es el principal mecanismo de inclusión social y la Iglesia se hace presente de diversas maneras desarrollando acciones concretas que contribuyen a la construcción de equidad y justicia educativa. “Las familias valoran la educación como un camino para lograr el bienestar y la promoción social. Este encuentro educativo y social, con un profesor, con un compañero, con el aprendizaje lo valoran mucho porque saben que es la mejor manera de superar muchos obstáculos que padecen diariamente. Es por ello, que estamos trabajando fuertemente en garantizar la continuidad pedagógica a todos nuestros alumnos, haciendo foco en las familias más vulnerables”, agrega el Pbro. Corbillón.
¿Con qué obstáculos se encuentran diariamente?
Obstáculos materiales que refieren a la posibilidad de acceso a dispositivos tecnológicos y al uso de datos, obstáculos de conocimiento y dominio de competencias digitales, obstáculos culturales y personales de adaptación a rutinas diferentes que se superponen -muchas veces- con tareas domésticas simultáneas. Todos obstáculos que en mayor o menor medida, se intensificaron en el actual contexto de crisis sanitaria y socioeconómico.
Las escuelas que asisten a las poblaciones de las villas se enfrentan a la problemática del acceso a Internet y datos, cerca del 25 por ciento de los chicos de esas zonas vulnerables no tienen posibilidad de conectividad para continuar con el aprendizaje a distancia. “La buena noticia es que frente ante estos obstáculos, nuestros alumnos no están solos. Hay una escuela que dice ‘presente’, una escuela que quiere estar cerca todo el día y todos los días porque es escuela, parroquia, club y comunidad de pertenencia”, sostiene el Pbro. Corbillón.
¿Cómo se garantiza la continuidad pedagógica en los sectores vulnerables?
El planeta está viviendo un momento histórico, que marcará un antes y un después en la historia de la humanidad, serán las nuevas generaciones quienes se encontrarán con un mundo nuevo, con cambios positivos en muchos aspectos, es por ello, que garantizar su derecho a la educación, es responsabilidad de todo el ecosistema educativo. En este sentido, la Iglesia juega un rol clave en su misión de acompañar a los sectores más desprotegidos socialmente del sistema. ¿Cómo?
“Las escuelas parroquiales se caracterizan por cultivar la vida comunitaria, en este sentido los colegios han emprendido diversas acciones que involucran la participación conjunta de padres y docentes, para enfrentar el aislamiento y la cuarentena obligatoria. Acciones orientadas desde garantizar la alimentación de los estudiantes – mediante la entrega diaria de bolsones de alimentos- y procurar la continuidad educativa, a través de diferentes medios de comunicación entre escuela y familia”, cuenta el Pbro. Corbillón.
“Esta comunidad docente, que funciona en una red de escuelas parroquiales, comparte estrategias de enseñanza e implementa un abanico de recursos que van desde el uso de grupos de difusión por whatsapp, la impresión de guías de trabajo, la creación de clases por youtube hasta mensajes de audio, que acompañan el relato de cuentos antes de dormir y acompañan los momentos de oración”, agrega.
Los desafíos son muy grandes en circunstancias normales, es difícil explicar la enormidad de la tarea por la crisis que tenemos por delante. El trabajo de estas escuelas, de los curas, docentes y auxiliares en el contexto de pandemia se amplía exponencialmente. “El principal objetivo es llegar al grupo de estudiantes que no tienen acceso y han perdido contacto con la escuela. En estos casos responde la comunidad, el trabajo conjunto entre padres y docentes para que ningún estudiante se pierda en el camino. Nuestra responsabilidad como ciudadanos, como docentes, como Iglesia es apoyarlos y promover la solidaridad. La escuela sigue enseñando en las casas”, concluye.
Fte:: Diario La Ciudad de Avellaneda
Redacción / Edición: Libralato Romina
publicación: 07 de mayo de 2020- caracteres 5900 |